claudioherrera
  En que creo
 

Mi Forma de Ver las Cosas

 

 Miedo, es la palabra que ha estado por mucho tiempo  presente en mi vida, oculta, haciendo daño en forma silenciosa, ocultando de mis sentidos,  el sentido de las cosas. 

 Y no me refiero a esa alarma, que viene incorporada al nacer, sino a eso que fue introducido en nuestras vidas artificialmente, como el miedo a perder, miedo a fracasar, miedo al ridículo, miedo a morir,. Finalmente ese miedo me llevo a perder el camino en algún momento, a fracasar en ciertas situaciones de mi vida y en algunas de  esas veces,  haciendo el  ridículo. 

 En cuanto a la muerte, se nos ha enseñado de niños a temerle y mediante esa metodología, se ha oprimido nuestro pensamiento y controlado nuestras actitudes. 

 El mundo padece de esta enfermedad, el miedo es causante, a mi parecer,  de los más atroces actos del hombre, esta mueve las guerras y la crueldad que asoma en la historia humana. La podemos rastrear en cada civilización que ha existido y en nuestros tiempos sigue mas presente que nunca.

 En la avaricia, en el odio racial, en las religiones, en la intolerancia a las minorías, las disputas territoriales, en todo eso la huella del miedo, está presente.

  Es lo que nos detiene y no nos deja desarrollarnos. Un cáncer que no se ve, pero que consume diariamente nuestras esperanzas y nos ciega ante la grandeza de lo que nos rodea y de lo que somos.

 

¿Educados?

 

 Nuestro sistema educativo, ha sido hecho para evitar el progreso de nuestra capacidad de aprendizaje. Y me refiero a que este detiene el progreso de nuestras mentes. Todos nacemos con una capacidad cerebral, mayor a la que se ocupa. Todos nacemos genios.

 Pero tenemos un sistema educativo, que hace que de niños no entendamos nuestro entorno, perdemos la capacidad de asombro ante la maravillosa naturaleza. Un sistema que se basa en la repetición de las palabras, en información y más información que no nos servirá mas adelante y decirle al niño, que debe repetir y repetir, con el objetivo que memorice y “aprenda”. Un sistema diseñado para competir, no con el ánimo de superación, sino con el ánimo de desplazar al otro.

 Se comparan notas, se halaga al que tuvo una buena calificación, se menosprecia  al que no la obtuvo.  Desde niños se fomenta una mala competencia, el desprecio por el que se queda atrás, el castigo.

 ¿Quién decidió lo que debe aprender un niño de 7 años?. Vemos los textos escolares, y me pregunto, ¿pero quién es tan sabio, para decidir lo que le corresponde saber a esa edad y que no?. ¿Acaso los niños son una especie de computador, que debe ser cargado con la misma información, acaso queremos que todos sepan lo mismo, que todos sean “iguales”?.

 Aquel que no encaja, aquel  que no aprende, según lo que indica el texto escolar, será marginado del sistema. Será un niño problema y se la hará repetir de curso, a fin de que se ajuste a los dictámenes educativos.

  Cuantos “niños problemas”, han sido marginados del sistema y quizás cuantos de ellos pudieron llegar a ser genios en algún campo. Nuestro sistema no entiende que todos tienen una forma distinta de aprender, que todos somos diferentes y que todos nacen con alguna capacidad superior. Cada persona está diseñada para ser un aporte en la sociedad. Que no lo sea, es por culpa de nosotros.

 Si a lo anterior le sumamos una división del sistema educativo, según las clases sociales, obtenemos un caldo de cultivo perfecto para generar sociedades como las que tenemos hoy.

 La delincuencia y la violencia son hijos de este sistema educativo. El delincuente, sea de estrato bajo, sea una persona de estrato superior, funciona en base a obtener lo que no le pertenece, funciona en base a la ambición. Cree que es el dinero, que no lo obtiene según la norma correcta establecida, el que le dará la posibilidad de saciar su carencia de cosas materiales, único gran objetivo de sus vidas.

 Joyas, autos, lujos, son lo que desean obtener de forma rápida. Y si lo ampliamos, son miles de millones, que lo ansían de esa manera.

 No culpemos del todo a las familias de esto. La sociedad, mediante un sistema educativo cruel, es el encargado de surtir al mundo de personas ambiciosas. El arribismo, el clasismo, provienen de nuestro sistema educativo. Y nuestros gobernantes, para desgracia nuestra, son también hijos de este sistema. Es por ello la corrupción, las guerras.

 Todo esto reforzado mediante los medios de comunicación, sea televisión, revistas etc. Todo insta no a una sana competencia, sino a una que está destinada a botar al otro y de ser preciso destruirlo.

 

 

Gobernantes, guerras y sus miedos

 A estas alturas, ya todos sabemos de las manipulaciones a que somos sometidos,  los así llamados “ciudadanos de a pie”.

 Si supones, que las grandes guerras libradas durante el último siglo y las actuales, han sido en aras de la libertad, los ganadores te dirán obviamente que si.

 Se nos quiere convencer, y lo han logrado, de que las guerras tienen un fin altruista y que es el medio para alcanzar la tan anhelada paz. Todo esto se nos repite una y otra vez, mediante los medios de comunicación, en gran parte controlados por un grupo con intereses creados, que a su vez controla indirectamente a los Gobiernos.

 Las guerras son producidas por el miedo a perder lo controlado y esta es la verdad detrás de todo. El que maneja el control de los asuntos, maneja la riqueza y el que maneja la riqueza y se acostumbra a ella, se vuelve ambicioso.

 Perder lo ganado, sea en forma honesta o no, promueve ese miedo, que hace que un ser humano pueda destruir al otro.

 Si tomamos como ejemplo las guerras de independencia de las colonias ante las  potencias que las manejaron, nos daremos cuenta de esto.

 

 El solo hecho de imaginar perder las colonias, que tan inmensamente abastecían sus arcas, provocaron el espanto de los imperios de antaño, que en grandes campañas militares intentaron volver a someterlos. No lo lograron con las armas, y durante un tiempo, esas colonias se transformaron en países independientes, que pudieron controlar ellos sus riquezas, bueno solo durante un tiempo. Lo que no pudieron las armas, más tarde lo hizo el  Sistema Financiero Internacional. Pero esa es otra historia.

 Nuestros países poseen el poder de destruir mil veces el planeta, ocupando la tecnología que nosotros mismos hemos desarrollado. Se gasta más en el desarrollo de armas y en guerras, de lo que el planeta puede soportar. Si todos estos recursos humanos y materiales fueran destinados a otros objetivos, que mundo tendríamos.

 Tenemos todo el poder imaginable para destruirnos. Pero tenemos también un poder inimaginable, para construir un futuro mejor.

 La política, que constituye el medio por el cual la sociedad se organiza, está lejos de buscar la satisfacción de lo que el mundo necesita. Ha dejado su sagrado deber, para convertirse en la herramienta para lograr el poder y el enriquecimiento. Buscar el poder, para solo aplastar al contendor de turno, se ha vuelto el objetivo de los partidos políticos. No se busca, mediante el control de las cosas, el beneficio de la población, se busca el enriquecimiento de sus pares.

  La política en si no es el problema, son  las personas que la constituyen, las que no entienden su deber. Fueron creados en un sistema que promueve la ambición y el poder. Así fueron educados.

  

La Pasión por el Dinero

 El humano inventó el dinero y con el tiempo se hizo esclavo de él. Es nuestro dios, es el que rige a los países. De este depende, el así llamado bienestar de su población. Definiendo bienestar, como un buen acceso a la salud, educación y cosas materiales, que es más menos lo básico que la gente pide, porque para ellos no hay nada más. El dinero se ha apoderado de nosotros y terminar con su dominio, es por ahora una utopía.

 Si nos vamos a lo cotidiano, estamos atrapados por el dinero y nos causa temor no disponer de ello. Trabajamos, no para producir nuestro sustento, sino para un sistema que te recompensa con papel, con el cual compras el pan que necesitas. Se vive atrapado en una burbuja, las personas sienten temor al pensar en su futuro, si se enferman, cómo pagarán, si los despiden de su trabajo, cómo vivirán. Y es justamente ese miedo, el que hábilmente, algunas mentes, saben explotar para su provecho.

 Nuestros sentidos, están sin sentido. No vemos, no palpamos, no respiramos, no escuchamos. Mas allá de nuestras preocupaciones no existe nada.

 ¿Qué es ser una persona exitosa? Cuando uno necesita dar una respuesta a esta pregunta, muchos dirán, y yo lo hice, que es aquel que ha logrado un status social, que tiene el dinero suficiente para gastar en lo que los otros solo sueñan. El éxito, y creo así está difundido, está relacionado con la cantidad de dinero que posees. Y así nuestra sociedad moderna, lo ve en general.

 Pero qué pasa por ejemplo, con aquella persona, que durante los años acumulo conocimiento y lo dio a conocer, influyendo en generaciones de personas, qué pasa con el escritor que pudo, después de muchos intentos, ser publicado. Qué pasa con esa mujer, que se rompió la espalda y sacó a sus hijos adelante. ¿¡No son ellos también exitosos!?

  La sociedad en verdad no los ve y no aprecia en toda su dimensión su aporte. Y no me refiero a una recompensa monetaria, sino que simplemente no ve lo maravilloso de sus logros.

 

 Dioses a nuestra imagen y semejanza

 Nuestro entorno, todo lo que nos rodea es maravilloso, la Naturaleza nos da lecciones a cada instante.  La belleza del Todo, nos asombra a cada paso. La Reglas por las que se rige el Universo, aún son del todo incomprensibles para el hombre.

 Y esa incomprensión de las cosas, es la que ha llevado al hombre a la creación de sus dioses a través de la historia. Dioses que son la extensión de nuestra falta de conocimiento y que nos sirven para dar una “explicación” a lo que no entendemos.

 Gran parte de las divinidades, tienen una forma humana, extensión de nuestra necesidad de darle una forma cercana y que sirva de alguna manera de consuelo, ante nuestra ignorancia.

 Y este punto creo que es relevante, la falta de conocimiento ante los eventos que la Naturaleza produce, crearon y siguen creando lo que se suele llamar, el miedo ante lo desconocido.

 Algunas civilizaciones americanas, cuando ocurría un evento cósmico, como un eclipse, procedían a ejecutar a docenas de personas, para aplacar la ira de sus dioses. Sentían un miedo atroz, ante lo que solo podían explicar como un castigo divino, por no haber saciado las necesidades de adoración de sus deidades.

 El castigo divino, es uno de los conceptos básicos de todas las religiones, si no haces lo que se te indica, sufrirás las consecuencias. Y es este concepto, del castigo divino,  el que se utiliza para poder manejar a las personas de las distintas culturas que existen y obligarlas a  hacer las cosas más inverosímiles que se le puedan pedir.

  No creo en  el concepto, adoptado y enseñado por las religiones, de un dios que rige los destinos de la humanidad, que castiga a su propia creación, que manipula a través del miedo y que  otorga premios a los que no cuestionan su autoridad y sus mandatos, por más crueles que puedan ser.

 ¿No es acaso el premio de la “vida eterna”, una forma de chantaje?. ¿No es esta la manipulación de nuestras vidas, ante el miedo a la muerte?.

 Guerras religiosas han existido siempre y seguirán existiendo. Se les dice a aquellos que pelean de un bando u otro, que si mueren creyendo en lo enseñado, serán bendecidos con la vida eterna, así es el concepto central de las religiones. Es por eso que los musulmanes  matan a los “infieles”, por eso el cristiano mata al “hereje”.

 Si no obedeces, te espera un castigo más allá de tu comprensión, siendo el infierno la más bestial creación de crueldad y manipulación. Algunos credos son más benévolos y solo te condena a la muerte, a una eterna.

 Por eso también se cree en la reencarnación, una forma de vida mas allá de la vida terrenal, que ha llegado a nosotros impulsada por el miedo a morir.

 Las Sociedades Secretas, llenas de símbolos y jerarquías, con sus rituales iniciáticos, haciendo creer que estos, si sigues al pie de la letra las instrucciones, te elevarán a un nivel superior de conciencia, una especie de ser evolucionado, digno de mirar a los demás terrícolas desde arriba y ser una especie de guía de los menos iluminados. Para creer que eres superior, solo basta la arrogancia y para eso no se necesitan símbolos, ni rituales.

 Todo plasmado en grandes Libros, escritos hace mucho tiempo  por numerosos “profetas”, que guiados por la mano de su Dios o de sus Iluminados, han diseñado y difundido sus reglas y conceptos. Y es bueno que nos preguntemos ahora, ¿es el amor realmente,  la base que mueve a estos libros?.

 Después de leer algunos de estos,  una de las sensaciones desagradables que  me quedó, es la pérdida de cientos de miles de vidas, por el solo hecho de pensar distinto y para aquellos afortunados que ganaron, siguiendo a su Dios cristiano o no,  les fue bendecido con la gran promesa de la vida eterna.

 Puede parecer simplista y que más de alguien diga, que estos libros enseñan cosas buenas también. Es claro que así es, y es innegable, que en las muchas historias que se cuentan, hay cosas muy rescatables y dignas de enseñanza.

 En todos los tiempos han existido personas buenas, que han logrado trasmitir hermosos pensamientos y reglas para una convivencia armónica y en paz. Esto no es exclusivo de los así  llamados Libros Sagrados.

 

 El Universo y yo.

 Después de todas las cosas que expreso, alguien podría decir que soy una especie de ogro y que odio todo lo establecido. Y no es en absoluto cierto. Darme cuenta  y empezar a liberarme de las cadenas mentales y comprender mi función en todo esto, a hecho que mi corazón y mi mente razonen y me convierta de a poco, eso espero, en una mejor persona.

 He pasado de la negación,  a un estado por así decirlo de descubrimiento de lo que soy.

 Hemos ido creciendo en el conocimiento de la Naturaleza que nos rodea y comprendiendo cada vez más nuestro Universo, del cual somos parte, ínfima, pero parte.

 La ciencia, ha ido descubriendo lo establecido. Una de las funciónes de un científico es descubrir las cosas  ya establecidas y que la ignorancia evitó que las viéramos.

 El Universo es una gran ecuación matemática, y ello  cada vez queda más demostrado cuando algún físico u astrónomo nos asombra con un nuevo hallazgo. Todo se basa y está enlazado, nada de lo que ocurre en nuestro entorno se produce por el azar o por un milagro. Todo es regido por las leyes, que la Naturaleza tiene a su disposición.

 La maravilla del proceso de la vida y su gran diversidad, nuestra biología,  la inmensidad del Universo, sincronizada matemáticamente, solo hace que nos inclinemos ante ella y sintamos el peso de lo maravilloso que todo esto conlleva.

 Para mí y para todos, es y será imposible comprender el cosmos y la vida en sí. Aun no entendemos, ni siquiera como es posible que se forme, algo tan complejo como nuestro cerebro.

 Admiro a un Creador, que no tiene forma, ni lugar, ni tiempo, que está mas allá de nuestra comprensión, a uno que ha dejado que seamos parte de un “algo”, que no sabemos qué es. Uno que no juega con nuestros miedos, que no nos promete nada. Lo de él, está a la vista, no necesita Libros Sagrados y rezos por la mañana. La sola admiración de la infinita complejidad en todo lo que vemos, sentimos y escuchamos, debe llevarnos a un estado de felicidad, por el solo hecho de ser parte de ella.

 Cuando me refiero a un Creador, no me refiero a  una persona o ser omnipresente, un Único ser. Me refiero a que estoy convencido, que existe “algo”, que está mas allá de toda comprensión.

 El conocimiento, en todas sus formas, ya sea científica o humanista,  juega un rol fundamental en todo esto y ha sido la que me ha hecho llegar a esta conclusión. Sin ella estaríamos ciegos, viviendo y sufriendo según los dictámenes de nuestros dioses.

 Él ha dejado sus huellas en todas partes y es la ciencia la que va tras ellas, es la que  hace que nos liberemos de nuestras cadenas, a través del conocimiento. Mientas mas aprendemos del lugar en que estamos y qué somos, más nos acercamos a Él.

 El conocimiento, es en si una religión, una que busca la verdad, que trata de comprender lo que aún no se entiende, una que busca, inconcientemente,  a su Creador.

 

 Nuestra Misión

 Pensar hoy por hoy, que nuestra forma de enseñar y guiar a nuestras actuales generaciones, puede ser revertida, constituye solo un sueño.

 Pero si en un futuro se cambiara la forma de ver y analizar el mundo, volviendo nuestras miradas a lo asombroso de todo los que nos rodea, sintiéndonos pequeños y humildes ante la grandeza de nuestro entorno y de nosotros mismos, creo sería la llave para empezar a dar una mirada distinta a nuestro destino.

 Cambiando nuestra visión de las cosas desde niños, podríamos optar a una moralidad más alta y no basada en los miedos, que abren la puerta a otras  indeseables actitudes humanas.

 Si creyéramos que podemos aportar a mejorar nuestras vidas mediante el conocimiento, uno que ayude realmente y que permita un salto verdadero de bienestar, uno que permita dar herramientas útiles a la sociedad.

 El dicho que dice: “dale un pescado a un hombre y comerá un día. Enséñale a pescar y comerá toda la vida”, refleja un poco mi pensamiento. ¿Realmente la humanidad, como un todo,  a entregado las herramientas necesarias, para el progreso de las personas, tanto materiales, como humanas?.

 Gran parte de nuestros esfuerzos están destinados a la no cooperación, a la destrucción, a mantener privilegios, a la mantención de castas sociales. Todo influido por una educación deficiente, llena de barreras y que fomenta el individualismo y la ambición.

 Creo firmemente que la humanidad tiene un futuro distinto. En algún momento esta se dará cuenta y cambiará su destino. Tendrá que modificar su conducta destructiva y elevar sus pensamientos y sentir que tiene una misión, una muy especial que cumplir.

 Nuestra misión, como humanidad, es averiguar qué somos, por qué existimos y qué buscamos. Nuestra misión es imposible, sin el desarrollo de las ciencias, ya sean científicas o humanistas. Ellas son la llave y ellas deben ser nuestra religión.

 Todos los humanos cumplen una misión en este papel, misión que ha sido cegada durante siglos.

 A medida que podamos seguir acumulando conocimiento, uno que tenga como gran guía fortalecer a nuestra sociedad y que busque,  aparte de las verdades del universo y las propias de nuestra humanidad, un bienestar general,  nos estaremos acercando cada vez más a nuestro Creador.

 Para dar forma a lo que creo, puedo dar la siguiente situación:

 Piensen en un barco de papel, que es posado en la orilla del mar, con la misión de recorrerlo. El barco de papel somos nosotros y todo lo que sabemos. El mar es aquello que no hemos descubierto.

 En este momento de nuestra existencia, el barquito de papel solo podrá recorrer una ínfima parte de este mar y no podrá explorar y aprender de las maravillas que existen mas allá de lo que tiene a su alcance y le será imposible saber que le espera en la otra orilla.

 Pero si a medida que nuestro entendimiento de las cosas  avanza, este barquito se irá potenciando y haciéndose cada día más fuerte y será capaz de ir más lejos y así poder explorar y descubrir nuevas cosas y de esta manera agrandar  nuestro saber.

 Cada generación que pasa, debe ir en dirección a potenciar nuestra sabiduría, con el objetivo, no solo de satisfacer nuestras necesidades, sino  de descubrir que hay más allá de lo imaginable, qué o quiénes fueron los que nos pusieron acá y su fin.

 Quién sabe, si después de innumerables generaciones, ese barquito sea ha transformado en algo mas grande y logra llegar al otro extremo de ese mar. ¿Qué encontraría, qué o quiénes nos estarán esperando? Mi respuesta es a su Creador. Él está al final de ese viaje.

 Sabremos que tuvimos que pasar por todo una largo proceso, para entender que era necesario todo ese tiempo, para llegar a ser su igual. Acumulando información y realmente convertirnos en una especie superior, que será capaz de crear, que será capaz de dirigir ya su propio futuro.

 ¿Y después  de eso qué hay?. Cuando la humanidad llegue a ese encuentro, lo sabrá. Y ¿qué tipos de humanos seremos o habremos dejado de ser lo que hoy somos?, esa respuesta no puede ser hoy  contestada.

 Todas las generaciones tienen una misión y esta es ayudar a la próxima generación a seguir avanzando, tanto científica, como humanísticamente, potenciando el asombro ante lo maravilloso y alentando al prójimo a ser mejor e ir superándose.

 Si logramos que cada generación entienda que nuestra misión es ir en busca de respuestas y mediante ello lograr que nuestra especie, se convierta en lo que ha buscado, si quitamos el individualismo, el egoísmo y nos centramos en la cooperación como un todo, lograremos el equilibrio y dejaremos el miedo a lo desconocido.

 Debemos trasmitir lo aprendido. Esa es la máxima.

 No temo a la muerte, pues creo que mi presencia aquí tiene un objetivo. El primero es superarme, creer que puedo ayudar a mi prójimo. Si tenemos buenas intenciones y modifico las conductas de otros, parte de mi misión estará cumplida.

 La segunda es entender, como integrante de un colectivo, que la próxima generación irá avanzando y así las siguientes. Soy parte de un todo más grande y es necesaria mi presencia  para que el próximo tome el carro. Y si logro influir en otras personas positivamente,  este  vehículo será mejor del que nuestra generación recibió y el propósito de mi vida habrá sido cumplido. Así nos superaremos, así “evolucionaremos”, así podremos llegar, como especie, a nuestro destino, a uno que nos espera con los brazos abiertos.

 Todo ha sido puesto ante nosotros, para lograr ese objetivo.  Nuestro Creador no interferirá en nuestro mundo. Nos dejará sufrir, nos dejará fracasar. Si no nos dejara pasar por esos momentos difíciles, ¿cómo podríamos aprender la lección y superarnos?

 Él solo mira, solo observa, solo espera.

 Hay dos caminos, uno que lleva a la autodestrucción y con ella a toda  vida  existente en el planeta. Y la otra, es una invitación a la aventura de descubrir lo desconocido.

 

 

 

Claudio Herrera Pizarro

16 de Febrero del 2016

 
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